Durante décadas, los deberes han sido un pilar fundamental del sistema educativo. Los docentes los asignan, los padres y encargados los supervisan y los estudiantes, muchas veces a regañadientes, los completan. Sin embargo, un creciente cuerpo de investigación sugiere que el modelo tradicional de tarea podría no ser tan beneficioso como se creía. A medida que educadores y familias reevalúan su papel en la educación, resulta crucial reflexionar sobre si ha llegado el momento de replantear su uso.
Uno de los principales argumentos en contra de los deberes es su eficacia cuestionable en la mejora del rendimiento académico. Según Harris Cooper, profesor de psicología y neurociencia en la Universidad de Duke, si bien algunos estudios encuentran una correlación entre la tarea y el rendimiento, especialmente en estudiantes de mayor edad, la evidencia sigue siendo inconclusa. Su investigación indica que un exceso de deberes puede reducir su efectividad y provocar agotamiento (Cooper et al., 2006).
Además, los deberes pueden profundizar las desigualdades educativas. Los estudiantes de familias con menos recursos pueden no contar con espacios adecuados para estudiar, acceso a Internet o apoyo parental, situándolos en desventaja frente a sus compañeros. Tanto la Asociación Nacional de Educación (NEA) como la PTA Nacional en Estados Unidos recomiendan que las tareas sean significativas y adaptadas a las necesidades individuales de los alumnos para evitar ampliar esta brecha (NEA, 2016).
El impacto de los deberes en la salud mental de los estudiantes es otra preocupación clave. Un estudio de la Universidad de Stanford reveló que el 56% de los estudiantes los consideraba una fuente primaria de estrés, mientras que menos del 1% afirmaba que no les generaban tensión. Este estrés puede derivar en privación del sueño, ansiedad y otros problemas de salud (Galloway, Conner y Pope, 2013). En respuesta, algunas escuelas han implementado políticas de "sin deberes" para promover el bienestar mental, con resultados positivos tanto para estudiantes como para docentes.
Asimismo, el tiempo dedicado a los deberes puede restar oportunidades para otras experiencias fundamentales, como la convivencia familiar, la participación en actividades extracurriculares y el descanso. Aunque la gestión del tiempo y la responsabilidad son habilidades valiosas, estas pueden fomentarse mediante estrategias que no interfieran con la vida personal de los estudiantes.
Si bien tradicionalmente se ha considerado la tarea como un componente indispensable del aprendizaje, es esencial analizar críticamente su rol en el contexto educativo actual. A partir de la investigación y las necesidades de los estudiantes, los docentes pueden desarrollar estrategias más equilibradas que prioricen tanto la adquisición de conocimientos como el bienestar integral del alumnado. A medida que se continúa explorando su impacto, surge la necesidad de innovar más allá del paradigma convencional de la tarea para fomentar una educación más equitativa y menos estresante.
Una alternativa viable es la implementación del aprendizaje basado en proyectos (PBL). Este enfoque permite a los estudiantes abordar problemas del mundo real que requieren pensamiento crítico, colaboración y creatividad. Al sumergirlos en experiencias de aprendizaje dinámicas e interactivas, los docentes pueden proporcionarles herramientas prácticas y directamente aplicables a su desarrollo profesional. Además, PBL puede adaptarse a las diversas necesidades e intereses del alumnado, fomentando su motivación y compromiso con el aprendizaje.
Finalmente, la tecnología puede desempeñar un papel clave en la transformación de los deberes en una experiencia más personalizada y atractiva. Con el uso de plataformas digitales, las tareas pueden ajustarse a distintos estilos y ritmos de aprendizaje. Los recursos en línea y las aplicaciones interactivas brindan retroalimentación inmediata y apoyo continuo, facilitando la comprensión y retención del conocimiento. Al integrar tecnología de manera efectiva, los docentes pueden ofrecer un aprendizaje más flexible y accesible, asegurando que todos los estudiantes tengan igualdad de oportunidades para alcanzar el éxito, sin importar sus circunstancias socioeconómicas.
En definitiva, replantear el modelo tradicional de tarea no significa eliminarla por completo, sino reformular su función para optimizar su impacto en el aprendizaje y el bienestar estudiantil. Con estrategias innovadoras y un enfoque centrado en el estudiante, la educación puede avanzar hacia un futuro más equitativo y enriquecedor.

Referencias
Cooper, H., Robinson, J. C. y Patall, E. A. (2006). Does homework improve academic achievement? A synthesis of research, 1987–2003. Review of Educational Research, 76(1), 1–62. https://doi.org/10.3102/00346543076001001
Galloway, M., Conner, J. y Pope, D. (2013). Nonacademic effects of homework in privileged, high-performing high schools. The Journal of Experimental Education, 81(4), 490–510. https://doi.org/10.1080/00220973.2012.745469
National Education Association. (2019, 10 de noviembre). How much homework is too much? https://www.nea.org/professional-excellence/student-engagement/tools-tips/how-much-homework-too-much
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