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Writer's pictureJosué Sánchez Marín, MEdMR

¿Gastar o invertir en Educación?

Cuando se habla de educación, es fundamental distinguir entre inversión y gasto. La inversión se refiere al uso de recursos con el objetivo de lograr un rendimiento significativo, ya sea en términos de conocimientos, habilidades o desarrollo económico y social. El gasto, por otra parte, implica el uso de recursos sin un retorno claro o garantizado. Esta diferencia es fundamental a la hora de analizar los presupuestos nacionales y el historial de resultados obtenidos en años anteriores.


Por ejemplo, si un país invierte en la formación continua de sus docentes, espera que esto se traduzca en una mejora de la calidad de la educación. y, en definitiva, mejores resultados académicos para sus alumnos. Por otro lado, si el dinero se destina a proyectos sin un impacto medible o relevante, entonces estamos ante un gasto y no una inversión.


Un caso que merece especial atención es nuestra Costa Rica. Siempre reconocido por su estabilidad democrática y su compromiso con la educación, ha dedicado una parte importante de su producto interno bruto (PIB) al sector educativo en las últimas dos décadas. Sin embargo, esta inversión no siempre se traduce en mejoras sustanciales en el rendimiento académico, especialmente cuando se consideran los resultados de pruebas internacionales como PISA (Programme for International Student Assessment).


Entre 2018 y 2024, el presupuesto promedio anual a educación descendió del 7,40% al 5,27% del PIB según la Contraloría General de la República, aún así se considera una cifra alta en comparación con otros países de la región y el mundo. Este porcentaje refleja el compromiso del país con la educación, pero también plantea interrogantes sobre la eficiencia y eficacia de estos gastos. Según datos del Banco Mundial y el Informe de Educación, Costa Rica ha mantenido un ritmo constante y, en algunos años, creciente en términos de inversión en educación. Sin embargo, cuando comparamos estos niveles de partidas presupuestarias con los resultados de la prueba PISA, la situación es diferente.


Las pruebas PISA se han convertido en un estándar mundial para medir la calidad de la educación. Desafortunadamente, Costa Rica ha tenido un desempeño inferior en comparación con países que invierten menos como porcentaje de su PIB en educación. Por ejemplo, países como Vietnam y Estonia invierten menos en educación en términos relativos, pero a sus estudiantes les va mejor en PISA. Esto sugiere que invertir grandes sumas no es suficiente; lo esencial es distribuir eficazmente los recursos. En Costa Rica, los fondos son absorbidos en gran medida por una estructura educativa que, según el último informe sobre el estado de la educación, es muy burocrática y con poca flexibilidad para adaptar a las necesidades cambiantes de la sociedad y el mercado laboral.


El Estado de la Educación en Costa Rica pone en relieve varios problemas estructurales que afectan la calidad y educación: 1. Los planes de estudios no siempre está acorde con las exigencias del siglo XXI, no refleja las habilidades que los estudiantes necesitan para tener éxito en un mundo tecnológico globalizado. 2. La organización del Estado en temas educativos es lenta y engorrosa. Esto dificulta la implementación de reformas y la respuesta rápida a las necesidades del sistema educativo. 3. Si bien existen inversiones en capacitación docente, el proceso de reclutamiento y desarrollo profesional no siempre garantiza que los mejores candidatos ocupen los puestos necesarios, ni que estén constantemente actualizados sobre las mejores prácticas educativas.


Resolver estos problemas requiere cambios estructurales profundos y que encontrarán gran oposición. Es necesario actualizar planes de estudios, deben incluir habilidades clave como el pensamiento crítico, la resolución de problemas y la alfabetización digital. Esto asegurará que los estudiantes estén mejor preparados para los desafíos futuros. Adicional, agilizar y simplificar la estructura organizativa del Estado permitirá una gestión más eficiente y efectiva de los recursos, reduciendo la burocracia y facilitando la implementación de las reformas necesarias. Por otro lado, la implementación de un sistema de selección docente basado en la meritocracia combinado con programas educativos continuamente alineados con las mejores prácticas internacionales, es esencial para mejorar la calidad de la educación.


La data nos indica que una gran inversión en educación no siempre garantiza grandes resultados. Costa Rica es un claro ejemplo de cómo el gasto sin una parafernalia alineada y sin ser gestionada eficazmente, no pueden traducirse en mejores resultados educativos. La clave es distribuir inteligentemente, lo que significa hacer cambios estructurales que permitan un uso más eficiente de los recursos, asegurando que cada colón invertido realmente contribuya a formar una sociedad más educada y globalmente competitiva.



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