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La emoción como herramienta para aprender


Crear un vínculo emocional entre  estudiantes y  profesores es un aspecto clave para lograr un aprendizaje significativo. No se trata  sólo de  impartir conocimientos técnicos, sino de  crear una atmósfera  en la que los estudiantes se sientan valorados, escuchados y comprendidos. En este artículo,  defenderé que esta relación emocional es  esencial para el éxito educativo,  basándome en varias teorías y estudios que lo  demuestran.


En los últimos años, la  educación. ha evolucionado para priorizar no  sólo el desarrollo cognitivo de los estudiantes, sino también su bienestar emocional. Investigaciones recientes sugieren que las relaciones positivas entre  profesores y estudiantes  fomentan un  ambiente de confianza y respeto que facilita el aprendizaje. Como  señala Carl Rogers en su teoría  humanista del  aprendizaje, el factor más importante en el proceso educativo es la calidad de la relación entre  el profesor y  el alumno. Esto es  particularmente importante en un contexto donde el aprendizaje  significativo, es decir, la capacidad de aplicar lo aprendido en diferentes  situaciones, se ha convertido en un objetivo central del sistema educativo.


Las emociones juegan un papel crucial en  cómo los estudiantes procesan y  almacenan información. Según la teoría del apego de John Bowlby, las relaciones seguras y  amorosas son esenciales para el desarrollo saludable de  las personas. En el aula, un vínculo  emocional entre el docente y el  alumno puede verse como una extensión de este concepto, donde el  docente actúa como una figura de apoyo que brinda seguridad emocional,  permitiendo al estudiante explorar nuevas ideas y conceptos sin temor al  fracaso.


Además, un estudio realizado por el psicólogo David Ausubel, pionero  de la teoría del aprendizaje significativo,  indica que la motivación emocional es  fundamental para que el conocimiento se integre de  forma sostenible. Según Ausubel, el aprendizaje significativo ocurre cuando la nueva información se  conecta de manera no arbitraria con lo que el estudiante ya sabe,  proceso que se  facilita cuando el estudiante se siente  involucrado y  apoyado emocionalmente y un clima de aula  menos conflictivo.


Las emociones positivas, como la confianza y la alegría, están directamente relacionadas con una mayor capacidad de atención y una  memoria  más larga, lo que resulta en un aprendizaje más efectivo. Como señala la psicóloga Carol Dweck en su trabajo sobre la mentalidad de crecimiento, los estudiantes que sienten que sus esfuerzos son valorados y que  cuentan con el apoyo emocional de sus  profesores están más dispuestos a enfrentar desafíos y perseverar en sus  estudios.

 

En conclusión, una conexión  emocional entre estudiantes y  profesores no es un lujo, sino una necesidad para un aprendizaje significativo. Como se ha argumentado,  esta conexión emocional mejora la motivación, la atención y la capacidad  de aplicar  el conocimiento en diferentes contextos. Las teorías de Bowlby, Ausubel y Dweck  sustentan la idea de que el aprendizaje no es  sólo un proceso cognitivo, sino también emocional, donde el bienestar del estudiante es  la clave  de su éxito académico. Por lo tanto, los educadores deben esforzarse por crear relaciones empáticas y  afectuosas con sus  alumnos, ya que  estas relaciones son  esenciales para  el desarrollo de personas no  sólo informadas, sino también emocionalmente  equilibradas.Este enfoque no solo beneficia a los estudiantes,  pero también  se transforma, el aula en un  ámbito donde el aprendizaje y el crecimiento personal están estrechamente vinculados, logrando así una educación  completa y profundamente significativa.



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