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¿Qué haremos cuando “las bichotas" crezcan?

Updated: Mar 10

La industria musical, al igual que sus artistas y letras, vive en constante transformación. Un ejemplo de ello lo encontramos en la reciente hazaña de una cantante colombiana de reguetón y pop urbano, quien en marzo de 2024 logró llenar dos veces el Estadio Nacional de Costa Rica, congregando a cerca de 60 mil personas. Entre sus seguidores encontramos una población considerable de niños y niñas en edades tempranas.


La música, sin duda, forma parte de nuestras vidas desde el nacimiento. Melodías que nos acompañan, nos hacen sentir e incluso pueden ser herramientas de aprendizaje. Sin embargo, no siempre las letras que tarareamos o bailamos son tan inocentes como parecen. El caso de la cantante mencionada nos invita a reflexionar sobre la responsabilidad que tenemos como adultos al elegir la música que consumimos y, especialmente, la que permitimos que consuma la niñez.


Las letras de esta compositora se caracterizan por un alto contenido de misoginia, cosificación de la mujer, promiscuidad y referencias sexuales explícitas. Si bien la libertad de expresión es un derecho fundamental, es importante considerar el impacto que este tipo de contenido puede tener en la formación de valores e identidad en niños y niñas.

Es nuestra responsabilidad como padres, educadores y sociedad en general promover una cultura musical que fomente valores como la igualdad, el respeto y la responsabilidad. Debemos ser conscientes del poder que tiene la música para influir en el desarrollo de las nuevas generaciones y, en este sentido, actuar con discernimiento y criterio.


El gran detalle al que se le debe prestar atención es que en la actualidad, muchos géneros musicales populares, especialmente aquellos dirigidos a jóvenes, incluyen contenido que puede ser nocivo para el desarrollo de niños y niñas. Letras que denigran a la mujer, la cosifican y la reducen a un objeto sexual, o que promueven una sexualidad irresponsable e inmoral, pueden tener un impacto negativo en la formación de la identidad y los valores de las nuevas generaciones. Algunas de las consecuencias que se podrían ver ya en una sociedad joven son:


  • Normalización de la violencia y la misoginia: Los niños y niñas que se exponen a este tipo de contenido pueden normalizar la violencia contra las mujeres, la cosificación y la discriminación por género. Esto puede llevar a la aceptación de comportamientos machistas y a la perpetuación de la desigualdad.

  • Desarrollo de una autoestima negativa: Las letras que denigran a la mujer pueden afectar la autoestima de las niñas, haciéndolas sentir inferiores y menos valiosas. En los niños, puede generar una visión distorsionada de las relaciones y una actitud irrespetuosa hacia las mujeres.

  • Promiscuidad e inmoralidad sexual: La música que promueve una sexualidad irresponsable puede influir en los niños y niñas para que adopten comportamientos sexuales de riesgo, sin considerar las consecuencias. Esto puede afectar su salud física y mental, y llevar a situaciones de abuso o explotación sexual.


Ante esta situación, ¿qué pueden hacer padres, madres y encargados así como educadores en general? Algunas recomendaciones son las siguientes:


  • Prestar atención a las letras que escuchan nuestros hijos: Es importante conocer qué tipo de música consumen nuestros hijos y qué mensajes están recibiendo. Dialogar con ellos sobre el contenido de las letras y ayudarles a desarrollar un pensamiento crítico frente a los mensajes que reciben.

  • Promover música con valores positivos: Existen muchos géneros musicales que ofrecen contenido positivo y valores como la igualdad, el respeto y la responsabilidad. Ofrecer a nuestros hijos alternativas musicales que fomenten una visión sana del mundo y de las relaciones.

  • Educar en la responsabilidad: Es fundamental enseñar a niños y niñas a ser responsables de sus decisiones y a tener una actitud crítica frente a la información que reciben. Ayudarles a desarrollar su propio criterio para discernir entre lo positivo y lo negativo.


La música es una herramienta poderosa que puede ser utilizada para educar, entretener y sensibilizar. Es nuestra responsabilidad como padres/madres/encargados y educadores velar por que la música que consumen nuestros hijos sea un vehículo de valores positivos que contribuya a su desarrollo integral.




Referencias:


López, M. (2020). Misoginia en la música: un problema que nos compete a todos. Revista de Educación y Cultura, 25(2), 123-138.


García, J. (2018). La música y su influencia en el desarrollo de los niños. Infancia y Aprendizaje, 41(3), 455-472.


Pérez, A. (2019). Educar en la música: una responsabilidad compartida. Cuadernos de Música, 12(2), 15-28.

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